Mi historia con la kinesiología va en relación con la mayor revolución de mi vida: la maternidad, que me trae una serie de cambios a todos los niveles. Con estos cambios aparecen unos síntomas sin ninguna relación aparente entre ellos, que tratados aisladamente no desaparecen. Esto supuso una oportunidad para mí de encontrar una nueva forma de entender la salud, con la gran suerte de dar con una herramienta que me permite llegar a la causa profunda y común de todos estos síntomas, y tratarme de forma respetuosa, eficaz y permanente.
Es decir, igual que la maternidad me trae una forma más amorosa de entender la vida, la kinesiología me trae una forma más amorosa de entender la salud.