Elva Fernández-Carriba

Elva Fernández-Carriba

  ELVA FERNÁNDEZ-CARRIBA (oficialmente Elba por cosas del destino).

Nací el 3 de noviembre de 1960 en una aldea de las montañas galaicas muy cercanas a Zamora y León. Crecí y fui feliz corriendo por sus laderas y sus bosques, donde bebí de su cultura, sus misterios y sus antepasados  celtas y “mouros”. Viví rodeada de animales: los domésticos y los salvajes. De todos aprendí.  También conviví con meigas, elfos, hadas, vírgenes y otros seres que me inventaba.

Con ya 14 años me arrastraron a la gran ciudad, donde me hice fuerte y solidaria (al menos eso dicen). Trabajé con varias ONGs, que me llevaron a América Latina, de la que me enamoré profundamente.

Cuestiones laborales me llevaron  a vivir en Extremadura, donde aprendí  a convivir con gente muy distinta. Conocí el valor de la amistad  y las ventajas del grupo, reí y me divertí muchísimo. Allá por 1992 me fui a la capital, Madrid. Allí busqué en mi interior y encontré el taichi, una autentica joya que jamás abandonaría. Entretanto me enamoré, amé y lloré…

Ya referido al taichi, lo práctico asiduamente desde 1992. Nació de la necesidad de buscar más allá del kárate que practicaba. Alguien me dijo que era la esencia de las artes marciales. El deseo de buscar el origen  me llevó a encontrar a Peter Yang y grupos que se reunían en el Retiro. Posteriormente vino el compromiso de aprender más que la tabla (serie de movimientos suaves acompañados de la respiración)  e indagar en la “esencia” o taoísmo como un todo integrador. 

Ya en Santander, he pertenecido mucho tiempo al grupo de taichi de “La Encina”, donde practiqué y di clases. Con el cambio de residencia  me integré en Cabárceno, donde tengo un grupo al que imparto clases gratuitas desde hace tres años, y sigo aprendiendo con otro grupo más avanzado en Setién.